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3 abril, 2005 a las 11:10 am #284105Academia OpositasParticipante
bonito domingo genios……… 😉
Mi pequeño bunker, éste desde donde contacto con vosotros, está dispuesto mirando a una ventana que da a un patio interior del bloque, y al tejado del de enfrente.
Excepto cuando hace mucho frío o llueve, suele tenerla abierta para que salga el humo del tabaco. Para no ser visto dentro enfrente, cierro los estores, de cañizo. Así ventila manteniendo mi intimidad.
Con frencuencia, en el tejado de enfrente suele haber gaviotas, que vienen de la Ría, que está escasamente a 30 metros. Me gusta contemplarlas mientras estoy sentado aquí, y para no asustarlas, suelo levantar la persiana o los estores muy despacio.
Así hice esta mañana. No había gaviotas. Pero, por primera vez desde que vivo aquí, había una paloma.
Levanté la persiana despacio, por si … las gaviotas. Y allí estaba ella, de pie sobre el tejado rojizo. Detectó el movimiento en mi ventana, se puso en alerta. Procuré no hacer más ruido del indispensable y me senté en esta silla de tela roja. La estuve mirando un buen rato. Ella tampoco me perdía de vista. Giraba la cabeza como para verme desde todos los ángulos. Me resulta sorprendente la capacidad que tienen estos animales para girar tanto el cuello sin que se les rompa. A veces yo perdía de vista sus ojos, de la inclinación que ponía en su cuello, pero estoy convencido de que ella me seguía observando.
Poco a poco noté que se iba relajando, recogió las patas y su pechito emplumado de ahuecó en uno de los huecos del tejado.
Así permanecimos un buen rato. Ambos contemplándonos relajados y tranquilos. La escena debió durar como una hora y media. Ella en su reposo, yo en mi contemplación. Una situación tal vez absurda, tal vez cercana…o tal vez distante, no sé.
Hace unos minutos cayó un chaparrón. Pude ver cómo el agua se deslizaba por su plumaje sin afectarle, y cómo el viento azotaba sus plumas. Ella cerraba los ojos. Había dejado de temer mi presencia, ahora el posible enemigo era otro.
Cerré un poco la ventana, al menos lo justo para que no entrase el agua, que racheaba de lado.
Entonces ella estiró el cuello, me miró durante unos segundos, cerró y abrió los ojos un par de veces, a modo de despedida intermitente y… salió al aire.No fue un concierto sinfónico, ni un partido de fútbol, tampoco una sesión de circo o una exposición de pintura impresionista. Fue sólo una conexión de esas que a veces la vida nos regala…y que no siempre sabemos o estamos en condiciones de valorar. Fue una escena… sin importancia. Pero quiero compartirla con vosotros.
Con un abrazo.
Salusitos 😀
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