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En 2010, los medios de comunicación llenaron páginas y páginas con crónicas sobre una nueva guerra de divisas. Y seguimos. Más que una pelea entre países es una competición, poco deportiva, en la que todos tratan de convertir su moneda en algo más atractivo. Devalúan para vender más y más barato. Estados Unidos, Japón y China hacen mucho ruido, pero luego, los que actúan en silencio, son los peores.

Desde hace tres años, los Bitcoin están de moda. Poco a poco, y pese alas continuas críticas, va calando, como dicen sus creadores, que es “una moneda digital, un protocolo y un software” que permite hacer transacciones y pagos de forma instantánea. Una historia de auge y,,, ¿caída?
Su cotización, estos meses, se ha disparado. ¿Es una burbuja? Quizás sí o quizás no.

Hay muchos que quieren acabar con el dólar como moneda de referencia.
Sin embargo, el gran enemigo del dólar no es el euro, ni el yuan, ni el bitcoin. La mayor amenaza son… ¡los pantalones vaqueros elásticos! Literalmente.

Desde 1800, la fabricación de dólares depende de una misma empresa, Crane. Pese a que lo llamamos papel-moneda, en realidad, es cada vez menos papel. Las libras, dentro de nada, serán de plástico. Canadá ya los tiene, y la India probará pronto.

Los dólares, en realidad, están compuestos de una mezcla, un 75% de algodón y un 25% de lino, y no de derivados de celulosa. Las proporciones están debidamente fijadas y vigiladas por el Bureau of Engraving and Printing.

Tradicionalmente, Crane obtenía hasta un 30% de sus reservas de algodón de retales de pantalones vaqueros. Las fábricas de prendas, como Levi Strauss, se lo enviaban directamente. Sin embargo, en los años 90, tras ponerse de moda el spandex (vamos, la lycra), todo se complicó. Porque incluso una sola fibra en un descarte de vaqueros arruina el algodón. Y como es casi imposible encontrar ya unos jeans que no la tengan, la empresa ha tenido que buscarse otras alternativas, y más caras.

Feliz año 20014 a todo el foro de Opositas.