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10 noviembre, 2005 a las 11:40 am #284584
Academia Opositas
Participantebuenos dias……..y alegriaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!
…una vez hace mucho tiempo, las aves de todas las selvas fueron invitadas a un concurso de canto y baile por realizarse del otro lado de las elevadas cumbres montañosas. El cuervo, aunque no sabía cantar, se puso a practicar rasgueos y acordes con su guitarra, mientras que el sapo, gran amigo suyo, lamentaba no poder ir al concurso.
– ¿Por qué no habré nacido con alas? No voy a poder ir, con lo bien que bailo el chamamé.
Y seguía lamento tras lamento hasta que el uburú (cuervo) se cansó de oírlo. Para que se callase, le propuso llevarlo dentro de su guitarra.
El sapito se puso a los saltos de contento y ahí mismo se instaló muy orondo dentro del singular transporte. El cuervo colgó la guitarra del cuello y extendió sus alas.
Llegaron a la reunión y el cuervo empezó su acompañamiento instrumental; el sapo bailaba con cuanta ave podía.
El concurso fue todo un éxito. Los jueces decidieron cuáles eran las aves que mejor cantaban y repartieron vino y tortas para todos. Cuando llegó la madrugada, cada uno retomó vuelo hacia los nidos.
El sapito estaba cansado y se preguntó dónde estaría su compañero, el urubú. El pobre cuervo se había pasado la noche tocando la vihuela (instrumento parecido a la guitarra) y bebiendo cuanta copa de vino conseguía, y ahora, borrachito, descansaba en un rincón.
– ¡Ay!, compadre, qué me ha hecho! – exclamaba el sapo tratando de despertarlo. Y, por fin, consiguiió que se levantara sobre sus inseguras patas, colgando del cuello la guitarra dentro de la cual se metió nuevamente.
El cuervo inició el vuelo… ¡pero qué vuelo! El sapo empezó a quejarse:
– ¡Cuidado, compadre, mire que anda haciendo eses!, ¡cuidado con el árbol!
En eso, en una de las pronunciadas curvas, la guitarra se dio vuelta y… ¡pobre sapito!, cayó gritando:
– ¡¡¡Ay, mamita, con lo duro que es el suelo!!! ¡¡¡Ay, señora tierra, póngase usted blandita que allá voy!!!
El sapo cayó sobre un montón de piedras y quedó maltrecho por mucho tiempo. Desde entonces no quiso volar nunca más; se conformó con saltar de charco en charco y vivir en la superficie.
De aquella experiencia conserva las manchas de las piedras en su lomo. Por eso dice el campesino que el sapo hace llover, ya que estuvo volando en compañía del cuervo, que es el ave de las tormentas.
Y, entre nosotros, desde este episodio el sapo no volvió a dirigirle la palabra a su compadre el urubú.
¡Flor de baile!
Se os quiere 😉 😉 😉
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