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1 septiembre, 2005 a las 7:20 pm #341425OpositronParticipante
Hola compañeros:
Como uno ha estudiado periodismo, aunque luego me haya sacado AGE, de vez en cuando me da por escribir algún artículo, sobre todo de opinión, para que no se me olvide esto de escribir pamplinas, con la esperanza de que por las tardes, me salga un segundo curro en algún periódico. Este que copio y pego en este post, lo he mandado hoy al ABC y, supongo que nunca me lo publicarán, pero aquí creo que se respira más libertad, espero que os guste.
[color=red][size=150:2yzkf3ov]Música sí: y gratis también [/size][/color]
Desde que el primer australopitecus hizo las primeras palmas y hasta hace menos de doscientos años, la única manera de poder disfrutar de la música era estar presente en el momento de su ejecución. La música era libre y gratuíta, (así como también efímera y limitada.)
Cuando la vida evolucionó hacia formas sociales más complejas y se establecieron las diferencias sociales, esto es: ricos y pobres. La música se diversificó en dos clases: la música para pobres y la música para ricos. Pero, por suerte, aunque la música de cámara y las orquestas con sus stradivarius tocaran para ricos: lo cierto es que, al menos muchos de los músicos que la producían eran tan afamados y respetuosos como pobres, que malvivían gracias a las migajas del pastel que les daban los mecenas, la nobleza y la realeza. Algo similar como ocurre ahora con el fútbol, deporte-negocio con el que miles de jóvenes acceden a una vida mejor. ¡Cuánto talento derraman las favelas!
Sin salirme del meollo, hace menos de doscientos años que una criatura llamada Thomas Edison inventó LA CÁJA DE PANDORA: una máquina que era capaz ni más ni menos que apresar y aprehender algo tan sublime y etéreo como la música… (y que nació con el poco pretencioso nombre de dictófono.) Pronto se desvió el artilugio de sus fines burocráticos y, aquí surgió el negocio. Además de otra clase de producción y de consumo musicales y de otra clase de artistas; era una oportunidad única para llevar la música más allá del tiempo y del espacio. Era la oportunidad de hacerla diatópica y diacrónicamente eterna. Era la oportunidad de hacerla más popular y asequible a las masas… Pero sobre todo, era oportunidad de negocio y, ¡vaya si la aprovecharon!
Pero la historia tiene sus idas y también, por suerte, sus venidas y, hace menos de 15 años unas criaturas inventaron unos programitas que hacen que la Filarmónica de Frankfurt quepa hecha tiras finas por un cable y salga luego en otro cacharro tan compuesta y con sus músicos inmaculados, sin una sóla arruga en el traje, oiga, y dispuestos para tocar… (¡casi ná la proeza!)
La música ha sido libre durante millones de años, luego ¿qué son estos doscientos años de negocio? Un borrón en la historia.
Donde no me meto es en las actuaciones, ahí la cosa también ha cambiado a mejor: antes había emperadores romanos que no dudaban en mandar a cortar la cabeza de quien desafinara en la ejecución de una pieza. Ahora, por lo menos, el músico es dueño y señor de lo más íntimo y natural de la música: su ejecución.Solución: discos gratis y que se saquen su sueldo tocando. ¿No son músicos? Pues, ¡hala! a tocar.
Y esto lo digo yo, que canto en un grupo musical y tengo más de seiscientos compact disc originales comprados a sangre desde que tenía 14 años y más de sesenta DVD musicales: ¿Qué hay de malo en descargarme discos de Pete Namlook, Steve Roach, Bugge Wesseltoft si no los conoce ni su puñetera madre y en los hipermercados sólo venden basura con sabor “triunfal”?
Juzgue usted mismo (porque como juzguen los jueces: ¡Todos al trullo!)
2 septiembre, 2005 a las 9:57 am #341426Academia OpositasParticipanteMuy buen artículo, si señor, eso sí, manda uno a favor de la huelga de funcionarios de justicia a ver si te lo publican jajajajaja
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